La flexibilidad cognitiva se refiere a la posibilidad de adaptar nuestros pensamientos, a poder ver las realidades desde diferentes ángulos, a poder asimilar nueva información, a tomar decisiones en medio de cambios, a ser más creativos, a fluir, a resolver, y todo esto, sin colapsar.
Estamos en un mundo que cada vez va más de prisa y es más cambiante. Además, esta sociedad tecnológica nos hace tener la necesidad de adaptarnos a muchas cosas nuevas constantemente, y no solo en el trabajo, se da en todos los ámbitos.
Ahora nos vemos sacudidos por más cambios en menos tiempo, y la búsqueda de la seguridad en muchos casos ha quedado relegada al saber adaptarnos a lo nuevo para no quedarnos atrás. Muchas veces no podemos elegir no cambiar, pero si tenemos flexibilidad cognitiva se nos hará más fácil el poder afrontar los cambios adecuadamente.
Una mente flexible es capaz de modificar un juicio sobre algo al recibir información nueva que contradiga lo que antes se pensaba. Una mente flexible será capaz de forma natural de asimilar ese nuevo conocimiento o evidencias y modificar lo que piensa sin caer en el defenderse a capa y espada de lo que contradice su postura anterior. Será capaz de aprender, de evolucionar y de crecer.
He aquí algunas sugerencias prácticas para desarrollar la flexibilidad mental:
Vivamos en el aquí y ahora, pues es el único tiempo donde pasa lo realmente importante, donde están transcurriendo las cosas y donde estamos viviendo. El pasado es parte de nuestra historia, nos toca aprender de él para seguir, y el futuro aún no llega.
Aprendamos de nuestros errores. Asumiendo las responsabilidades por lo hecho, sin sentimientos de culpa. La verdad es que los errores no hablan de nosotros, pero el cómo los afrontamos sí dice mucho.
Salgamos de los pensamientos absolutos, blanco/negro, bueno/malo, etc. La flexibilidad implica abrazar los matices que hacen que no haya solo una respuesta correcta. La realidad está llena de detalles, enfoques, puntos de vista.
Atrevámonos a cambiar, a explorar cosas nuevas. Hagamos esas cosas que no pegan con nosotros, salgamos de lo conocido, quitémonos las etiquetas, dejemos a tras las limitaciones, disfrutemos aprendiendo lo nuevo.
Vivamos conectados con lo que realmente tiene valor para cada uno de nosotros. La mayoría de las veces la vida se nos va esperando los momentos ideales sin darnos cuenta que esos momentos ideales los tenemos frente a nosotros ahora mismo. ¡Entonces, empecemos a vivir en el hoy, siempre abiertos a los cambios!
